Visita al crucero TANIT de CTN: de Marsella a Túnez con escala en Barcelona

TANIT es el nombre de la diosa más importante de la mitología cartaginesa, consorte de Baal y patrona de Cartago. Desde el 2012, es además el nombre del crucero de la CTN (Compañía Tunecina de Navegación) que conecta Marsella con Túnez.

«Si Mahoma no va a la montaña, la montaña viene a Mahoma»

¿O era al revés? No importa, porque justo esto es lo que pensé cuando recibí la convocatoria de IdealMedia para visitar el crucero tunecino TANIT, que haría escala en el puerto de Barcelona el 12 de abril de 2017.

Buque Tanit atracado en el puerto

Después de mi viaje a Túnez en 1990, y dado que no he tenido ocasión aún de volver a visitarlo, un trocito de Túnez en forma de barco viene a refrescar mis recuerdos de aquel hermoso país del norte de África. Guardo muy buenas sensaciones de mi viaje al país bereber, tanto por sus paisajes como por sus monumentos históricos y sobre todo por la amabilidad de sus gentes. Un lugar al que sin duda volveré pronto.

Rutas náuticas

Nunca me había planteado la posibilidad de viajar a Túnez en barco, habituado como estoy a exprimir hasta el último minuto el tiempo dedicado a viajar para aprovecharlo en el destino, motivo por el cual suelo usar el avión la mayoría de las ocasiones. Pero tampoco se lo había planteado la CTN, hasta ahora, en que a su habitual ruta Marsella – Túnez, podría incorporarse en un futuro una escala en Barcelona, si así lo deciden tras este viaje experimental.

El puente de mando del barco, ¿por qué será que me recuerda al del Enterprise en Star Trek?

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Así, pues, añado una opción más a considerar para cuando vuelva a viajar a Túnez, si finalmente incluyeran a Barcelona en sus rutas.

El capitán nos explica la maniobra de atraque

Datos técnicos

El buque TANIT, construido en 2012 en los astilleros Daewoo de Corea del Sur (¿tendrán algo que ver con la marca de coches?), es el más moderno de la flota de la CTN. Aunque se trata de un ferry por sus dimensiones (212 m. de eslora y 30 de ancho) y por el tipo de recorridos que realiza, casi se le podría considerar un crucero por la calidad de sus equipamientos. Alcanza una velocidad de 27,5 nudos marinos, lo que le permite hacer la travesía Marsella – Túnez en menos de 18 horas. Puede llevar hasta 3.200 pasajeros (2400 camas y 800 sofás confortables), además de 1.600 vehículos.

En cuanto subes a bordo, te sumerges en un ambiente típico tunecino, a la par que moderno, por su decoración estilo árabe con un diseño moderno. El TANIT está equipado con todas las comodidades necesarias para el viajero y para su seguridad. Ofrece varios espacios comunes: 3 restaurantes, 5 cafés y salones de esparcimiento, un espacio para niños con juegos, piscinas, solarium, una zona comercial, una sala de conferencias, una mezquita y un hospital.

Gastronomía tunecina

Los 3 restaurantes de a bordo son de comida tunecina, lo que ayuda al viajero a sentirse ya como si estuviera en un pedacito flotante de Túnez. En la visita que los bloggers y prensa realizamos al buque, tuvimos ocasión de degustar un exquisito menú, en compañía del capitán del barco, el consignatario en Barcelona, el Director de la Oficina de Turismo de Túnez en España, y otros miembros de la tripulación que nos acogieron como buenos anfitriones que son.

En concreto, nuestra degustación se compuso de los siguientes platos:

  • Aperitivos: aceitunas aliñadas, atún desmigado y harissa (salsa picante típica).
  • Entrantes: Ensalada mechouia y brick relleno de huevo.
  • Plato principal: Cuscús de mero y verduritas.
  • Postre: frutas, incluyendo dátiles.

Todo un acierto del chef. Si me hubieran encargado a mí el menú, este es el más emblemático y típico que podría haber elegido para recordarme a Túnez. Todos estos platos (y muchos más) ya los había degustado cuando viajé allí hace 27 años, y lo cierto es que me evocaron a la perfección los sabores tunecinos. Lo único que nos faltó para llegar a la perfección fue finalizar la sobremesa con un té a la menta con piñones, es lo único que eché de menos.

No obstante, confío en volver a tomar ese té tunecino, en algún lugar paradisíaco como la terraza del Café des Nattes, divisando desde lo alto de sus escaleras el azul mar Mediterráneo y la bulliciosa vida en torno a las blanquizaules calles de Sidi Bou Said. No se cuándo, ni cómo, pero se que volveré a disfrutar de la hospitalidad tunecina en ese rinconcito del «Mare Nostrum».

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